La convivencia de un perro y un gato no tiene por qué ser un problema si se siguen unos pasos iniciales al encuentro de ambos, y se cumplen los periodos de socialización.
Puede pasar que se adapten sin problema el uno al otro, pero igual te cuesta un poco más.
Vamos a hablarte de este segundo caso, para que ninguno lo pase mal y consigas una relación pacífica.
Índice:
1.- Perros y gatos: distinta naturaleza, distinto comportamiento
- Los perros: mentalidad de manada
- Los gatos: mentalidad solitaria y territorial
2.– Pasos para conseguir una buena relación
- El momento de las presentaciones
- El periodo de socialización
3.- Mantener esa buena relación inicial
1.- Perros y gatos: distinta naturaleza, distinto comportamiento
Aún siendo muy distintos, pueden conseguir una perfecta armonía y llegar a ser grandes amigos.
Esta diferencia es la que puede iniciar los conflictos, pero es un mito que, por ella, se van a llevar mal.
Tienes que respetar los distintos caracteres, dejar que se organicen sin interferir mientras no haya conflicto.
Solo es necesario un periodo de adaptación.
Enseñarles que no son el enemigo, entonces, no habrá problemas.
Los perros: mentalidad de manada
Los perros, por su naturaleza, tienen una mentalidad de manada.
Se organizan creando una jerarquía que ellos mismos definen y consideran a las personas con las que conviven, también, miembros de esa manada.
Necesitan la compañía del grupo, por eso son felices compartiendo paseos y juegos con sus dueños.
Los gatos: mentalidad solitaria y territorial
Los gatos son más solitarios y territoriales, necesitan su espacio.
No tienen problema en compartir su territorio, si cuentan con un entorno amplio para mantener su estilo de vida, mucho más independiente que la del perro.
Pueden pasar horas en casa sin ti, además de que les gusta jugar ellos solos.
2.- Pasos para conseguir una buena relación
El momento crucial es el de las presentaciones.
Cuando vas a dar ese paso, ambos deben estar tranquilos, haber comido, y en el caso del perro, que haya dado ya uno de sus paseos, puede ayudar.
Que se conozcan en un lugar de la casa amplio, con el perro sujeto y el gato no.
Lo ideal es presentarlos cuando son pequeños.
Cuando el gato está en sus primeras 9 semanas y el perro en sus primeras 12, es un momento bueno para que se conozcan, van a estar abiertos a nuevas experiencias.
Si ya son adultos puede complicarse un poco, pero llegan a adaptarse y acostumbrarse de igual manera.
Antes de decidirte a unir a ambos animales tienes que tener en cuenta su edad, temperamento y experiencias pasadas, si las conoces.
Un cachorro, en sus juegos, puede hacer daño a un gato si ya es mayor.
O, al revés, un gatito molestar a un perro cuando es adulto y necesita más tranquilidad.
Si un gato ha tenido en su pasado alguna relación con un perro que terminó mal, le va a ser complicado vivir con uno.
El momento de las presentaciones
Es importante que el que llegue el último, cuando lo haga, tenga su entorno, su cama, su espacio preparado.
Que, el primero en llegar, ya haya tenido tiempo de acostumbrarse también a esos objetos.
Antes de ponerlos frente a frente es bueno que vayan conociendo los olores.
Intercambiar juguetes o mantitas para que las olfateen y se acostumbren, o impregnar un paño con el olor de uno y dárselo al otro para que lo vaya reconociendo, son buenas ideas.
El encuentro
Deben conocerse en casa, en un espacio amplio.
El perro sujeto, el gato no.
No lo tengas tampoco cogido, es un momento muy incierto para él y, si está en tus brazos y siente la necesidad de escapar, va a entrar en pánico, además de que puede arañarte.
Es buena idea que le hayas cortado antes las uñas.
Por si acaso, por si no sale bien el encuentro, por el perro y por ti.
Tienes que permitir que se miren, que se huelan y conozcan.
Si, hasta aquí, todo ha ido bien, deja que se acerquen, se estudien, que no se vean como una amenaza.
Si no ha ido bien, espera, entonces necesitan más tiempo.
Tienes que ayudarles con refuerzos positivos, como golosinas y frases de alegría, cuando inician el acercamiento y se empiezan a relajar.
Si reaccionan bien, premia estos avances.
La nueva vida juntos
Es mejor que, al principio, los separe una puerta, el perro va a olfatear por debajo de ella y va a ir reconociendo el olor para cuando estén juntos.
Después, es bueno tener ya al perro suelto y al gato en una zona separada por una reja, (como las de los bebés), que se vean, pero que todavía no haya contacto, por si acaso.
El gato tiene que tener libertad para alejarse en caso de que el perro se acerque y se asuste.
Que se vean de lejos, todavía.
Luego ya, si hasta aquí no ha habido problemas, puedes juntarlos, siempre comenzando con una supervisión.
El periodo de socialización
Es un tiempo necesario que confirma que no hay de qué preocuparse.
No es bueno saltarse este acercamiento y dividir la casa en una zona para el perro y otra para el gato, pensando que es lo mejor.
Se acostumbran a vivir así y no se querrán relacionar en un futuro.
Te va a dar muchos problemas.
Es posible, que si en un momento inicial ha habido desconfianza, la cosa tarde en funcionar, incluso semanas.
Perros y gatos no son los mejores amigos, por definición, pero no hay ningún motivo por el que no pueda salir bien una convivencia hecha de manera progresiva, con paciencia y respetando a cada uno.
Es normal una temporada de gruñidos y bufidos, deja que se expresen y se vayan conociendo.
No los puedes obligar a estar juntos si aún no están preparados.
El gato se relajará cuando no vea al perro como amenaza.
3.- Mantener esa buena relación inicial
Cuando ya has conseguido que vivan juntos, tienes que seguir pendiente de ellos durante una temporada, hasta que la falta de conflictos te indique que hay buena relación.
Eso llega con el tiempo.
Es mejor que cada uno coma en espacios diferentes, y sobre todo, no dejes que ninguno se acerque al comedero del otro.
Hay que evitar que se inicie una discusión cuando la cosa empieza a ir bien.
Ten distintos juguetes para cada uno, que no tengan celos por ese motivo.
Un perro y un gato se pueden llevar bien sin ningún problema, son las experiencias las que determinan su comportamiento.
Es importante que ambos tengan su espacio en la casa, en el que estar solos, si les apetece, no les puedes obligar a estar juntos a cada momento, por muy bien que parezca que se llevan.
Ellos decidirán si quieren hacerlo y cuándo.
Como ves, con un poco de paciencia y respeto, estos dos animales tan distintos pueden llegar a ser grandes amigos.
Es buena idea que consultes a tu veterinario antes de nada.
Ante cualquier cambio en la vida de las mascotas debes tener en cuenta cómo hacerlo para evitar sufrimientos innecesarios.
Déjanos aconsejarte para que todo vaya bien.